No es fácil cultivar esta variedad en nuestras tierras, por su precocidad y los riesgos de heladas primaverales.
Sin embargo, cuando se vencen las dificultades y se logra la cosecha, los esfuerzos se ven recompensados.
Es el caso de este vino con sus rojos cerezas y violetas, que atestiguan su juventud. Los aromas florales,
casi exóticos, dan sensación de algo grato y novedoso en este mundo de los vinos, llenos de ricos matices.
Agradable en boca, suave y aromático, expresa las atenciones recibidas para obtener una buena maduración,
en un viñedo bien cuidado y de producción limitada.
MEDALLA DE ORO Club Internacional del Vino, Madrid 2003.
